La decisión de mantener o vender la empresa familiar
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Luis Hernán Paúl
La gran mayoría de los dueños de empresas familiares operan sobre la premisa que van a permanecer siendo sus propietarios en el futuro, pero a veces producto de la recepción de una oferta de compra, la próxima jubilación del fundador o de un descendiente de éste, la falta de sucesores u/o otros motivos, surge la inquietud respecto a la posibilidad de vender la empresa familiar.
Se trata sin duda de una decisión difícil, la cual puede tener no sólo efectos pecuniarios importantes para los dueños sino que también influir tanto en la vida de los miembros de la familia que trabajan como en los que no trabajan en la empresa. Es posible que algunos dueños y miembros de la familia quieran continuar desarrollándola, asumiendo los riesgos que ello significa y otros prefieran venderla para vivir más relajados, dedicarse a otras cosas y/o para invertir en otros negocios.
Ahora, cuando surge esta inquietud es conveniente efectuar una evaluación de las opciones que existen para la empresa a futuro, buscando que los dueños cuenten con la debida información y análisis, para adoptar una decisión basada en criterios lógicos mas que en sentimientos.
En oportunidades el interés por seguir la opción de la venta surge dentro de la familia, no obstante también a veces aparece por motivos externos. La consolidación y la globalización de las empresas en algunos sectores lleva a que la opción de mantener el total de la propiedad en manos familiares simplemente no sea factible por los altos requerimientos de capital que dicho camino impone en muchos casos. Pero puede existir la posibilidad de abrir la empresa en bolsa o invitar a un tercero a aportar capital y que la familia mantenga el control o se quede con una posición no controladora. También es posible la opción de vender el 100% de la propiedad de la empresa.
En mi experiencia, he comprobado que las familias tienden a tomar mejores decisiones cuando han analizado con anterioridad la disyuntiva planteada. Tener una postura al respecto facilita la dirección y administración de la empresa. En efecto, al igual que en el caso de las empresas no familiares, normalmente hay diferencias importantes en lo que hay que hacer si se quiere mantener una empresa versus venderla.
Especialmente en el caso de empresas de familias numerosas, el hecho de contar con una adecuada estructura de gobierno de la familia, hace más ordenado el proceso a seguir. Me refiero a tener si corresponde un Consejo de Familia, donde existan representantes de las distintas ramas y/o generaciones de los dueños, o un family office que tenga las capacidades requeridas para efectuar la evaluación de las opciones existentes. A falta de ello o en forma adicional puede ser útil contar con un asesor externo que entregue una visión independiente sobre el particualar.
Si finalmente se llega a la conclusión que el camino escogido es el de la venta, conviene evaluar si la empresa está en condiciones adecuadas o es preferible prepararla antes de venderla. Puede ser que sea recomendable sacar algunos activos que no se relacionan mayormente con el negocio, efectuar cambios y/o desarrollar ciertas iniciativas para efectos de profesionalizar la empresa en algunas dimensiones (directorio, administración, estrategia, estructura de financiamiento, etc.).
Posteriormente en el proceso de venta, en el cual también se usa normalmente un asesor externo, es recomendable no sólo buscar obtener un precio atractivo, sino que también preocuparse especialmente de que la empresa quede en buenas manos.
En cambio, cuando se opta por mantener el total de la propiedad o al menos el control de la empresa, también resulta conveniente evaluar si conviene avanzar en su profesionalización en una o más de las dimensiones antes indicadas.
En mi opinión, tanto mantener la propiedad como vender una empresa familiar son opciones legítimas. Por ello aconsejo a los dueños de este tipo de empresas reflexionar y definir la posición que tienen al respecto.